AVILÉS _2006_06_24

 

Canciones que se ven

El Jaime Rodríguez y Ana Vila inauguran en Amaga una exposición «híbrida» inspirada en las letras de «Apeiron»

E. CAMPO

Ana Vila y Jaime Rodríguez,  durante la inauguración de la exposición en la galería Amaga.

Exposición híbrida. Así definen Jaime Rodríguez y Ana Vila la muestra conjunta que inauguraron ayer en Amaga. Ambos se muestran satisfechos del resultado, pese a ser la primera vez que cooperaban en la creación artística. La exposición lleva por título «Todo sigue intacto», igual que el título del disco de «Apeiron» cuyas letras surrealistas trasladan a cuadros e instalaciones. La canción, por ejemplo, «Así que no es tan difícil soldar sonrisas si quemo esta diana dos aspirinas (y estrenar al fin mi gran habitación en las estrellas)», ellos la traducen del siguiente modo: sobre un fondo de delicado verde, varias sonrisas concatenadas en papel vegetal, un ojo, estrellas y un agujero quemado en el centro de una espiral.
Esta exposición surgió a partir de un proyecto previo que no llegó a buen término. Y Jaime Rodríguez decidió aprovechar los fragmentos de obras que Ana Vila le había dado en aquella ocasión para reinterpretar las canciones de «Todo sigue intacto». «Aquí no hablo sobre mis preocupaciones e historias, como en obras anteriores. Tampoco hablo sobre Ana, sino sobre "Apeiron"», explicó el artista. A la hora de crear también hizo un esfuerzo por dejar de lado su personalidad y pensar cómo le gustaría a Ana, con lo que consigue una amalgama de talentos. «Muchas obras son de una manera de trabajar muy mía, aunque las haya hecho él», afirma Ana Vila.
La exposición es una invitación a que cada espectador sea capaz de identificar las canciones con las obras, buscando las referencias musicales en cuadros e instalaciones. Puede visitarse hasta el 17 de julio, de lunes a viernes de diez a una y de cuatro a ocho, y los sábados de diez y media a una y media.

 

 AVILÉS _2006_07_12


Nadie queda intacto

 

Todo sigue intacto. Ana Vila con Jaime Rodríguez, a partir de "Apeiron"
La crítica / ARTE - JAIME LUIS MARTÍN

fotografía: Miki López Vista de la exposición. Fotografía - Ana Vila


Las imágenes de Jaime Rodríguez (Oviedo,1968) son de una extaña fascinación, marcadas por vivencias personales, sometidas a la tinrantez de las cicatrices, demoledoras con los convencionalismos soicales y visuales. Le atraen los territorios artísticos indefinidos, los lugares pictóricos donde son posibles las interferencias, los espacios fronterizos. No es extraño, por tanto, que se sienta cómodo trabajando con otros artistas, reinventando "cadáveres exquisitos", transgrediendo formalismos prara alcanzar singularidades. Como sucede en esta instalación, una construcción poética y sonora, una suma de fragilidades.
En este sentido sus intervenciones sobre la xilografías trabajadas en papel "orashi" de Ana Vila (Oviedo,1954) se convierten en una mezcla de lenguajes, un relato híbrido inspirado en las canciones de Apeiron, grupo gallego que juega con la experimentación y los efectos electrónicos apoyados en unas letras que fusionan la melancolía y el absurdo. "Besarte y, si lo permitieran el terrible alboroto de la calles sin vigilancia, por la noche, soñar contigo" y "las piruletas feclices del mar de Noruega se esconden cuando nieva" son dos muestras extremas de su poética que ratifican la originalidad propuesta. Pero la instalación, con la música de fondo, no pretende ilustrar los textos y más bien, como en un videoclip, recrea en imágenes los momentos musicales.
Las obras sobre soportes más tradicionales, tela o papel, incorporan diversos materiales -pegatinas, botones, hilo de lona- o se resuelven con dibujos y anotaciones, visiones íntimas, que mantienen la incertidumbre. Un imaginario personal sostiene la ficción, incorporando elementos irracionales, una aproximación, contenida, al surrealismo, con dislocaciones entre imagen y realidad.
Otro recurso es la producción de objetos mediante la combinación de diversos elementos. Un ejemplo sería las ramas secas suspendidas en el aire que, sin embargo, alimentan hojas de papel. Un contenedor con motivos gráficos, a modo de maceta, completa la metáfora, provocando la tensión de significados.
Otra de las piezas se encuentra compuesta por dos cajas de madera con bisagras y cierre metálico enmarcando diversos dibujos realizados sobre papel vegetal, un enredo de rostros y figuras encerrados en el caos y el silencio.
Jaime Rodríguez ha realizado un esfuerzo de contención personal, de aproximacióhn a otras miradas, atenuando su discurso tan particular, logrando una integración de sensibilidades, aunque su impronta se encuentra diseminada por la instalación, precisamente otorgando unidad conceptual a la propuesta. Y el lenguaje de Ana Vila -más contenido en su expresión, delicado, menos provocativo- es el contrapunto al simbolismo que domina la exposición. Pero ambos artistas han conseguido un resultado visual atrayente, con una fuerte carga emocional sin renunciar al concepto. Imágenes que, sin duda, a nadie dejarán intacto.