XVII Semana Cultural de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Oviedo
Edificio Departamental del Campus de Humanidades 27 de abril a 8 de mayo de 2009 • Lunes a viernes de 9 a 21 h.

Gonzalo Melero

Colección Texturas: «Hierro», s. f.
Fotografía analógica en negativo a color de 35 mm. Papel fotográfico montado sobre marco acristalado.
30 x 45 y 50 x 70 cm


Nacido en Torrelavega (Cantabria) el 4 de julio de 1974, pasó veinticinco años viviendo en diferentes localidades asturianas, entre ellas Oviedo, donde se formó universitariamente en las disciplinas de Historia del Arte y Geografía. En esos años tomó contacto con el mundo de la fotografía casi por casualidad, actividad que ha convertido en una de sus ocupaciones amateur. Fue depurando técnica y estilo durante sus viajes (otra de sus grandes pasiones) hasta conseguir colarse en algunas exposiciones colectivas y ganar el Primer Concurso de Fotografía Deportiva Descenso del Nalón (Pravia, 1999). Tras emigrar brevemente a Noruega y Grecia, reside en Madrid desde 2002. Sigue dedicado a tiempo parcial a la fotografía, compatibilizando siempre esta labor con su trabajo actual en una multinacional de las telecomunicaciones.

datos de la obra Tras un viaje a Suiza, Gonzalo Melero fue retado por un amigo a presentarle una sola fotografía que mostrara toda la belleza del país alpino, la que él considerase que resumía a los ojos de un profano lo que aquel viaje le había transmitido. Y le mostró el bordillo de una acera. Gonzalo Melero nos acerca en estas fotografías, por él denominadas Texturas, a una realidad que, aunque visible, pocas veces es observada y que es aplicable tanto a un país entero como al más corriente de los objetos cotidianos. Un poco al modo del neoplasticismo de Mondrian, el fotógrafo ha ido poco a poco acercando su objetivo a los objetos retratados hasta llegar al detalle de los materiales, texturas y colores que forman la base de lo que antes era una vista general al uso. Una reducción no sólo óptica, sino también conceptual, para mostrarnos la penúltima fase de una atomización susceptible a cualquier elemento. El concepto de forma inherente a la materia es revisado para buscar la materia subyacente a toda forma y a partir de la cual, según infi nidad de combinaciones posibles, todo puede ser construido. Estas fotografías, aparentemente frías e inertes, consiguen también un segundo efecto buscado por el artista: animar lo inanimado.